Durante los últimos años hemos visto cómo los mercados tradicionales han sido el reflejo del comportamiento errático de las políticas monetarias de las principales economías mundiales. Esto ha provocado situaciones en los mercados tradicionales inéditas hasta ahora: hemos visto cómo los principales Bancos Centrales han entrado en una espiral de inyecciones masivas de dinero sin un reflejo positivo en sus economías, hemos visto cómo se imponían los tipos de interés de referencia cercanos a cero e incluso tipos bancarios negativos…. Una de las cosas más inverosímiles que hemos visto ha sido que en abril de 2020 ¡el petróleo cotizaba en precios negativos! Estas distorsiones cada vez más inexplicables han convertido los activos financieros tradicionales en activos cada vez menos predecibles.
Durante todo este tiempo, las principales empresas a nivel mundial han pasado a ser empresas tecnológicas (Alphabet, Apple, Microsoft…). Además, hemos incluido de forma natural en nuestro vocabulario palabras como Blockchain, Bitcoin, Fintech, Inteligencia Artificial, Machine Learning, criptomonedas, descentralización, … son cambios que nos indican que las cosas están cambiando hacia una nueva forma de relacionarnos. En este contexto, no deberíamos dar la espalda a un nuevo concepto de activos que son aptos para la inversión y que reflejan esta nueva forma de hacer las cosas: los activos digitales.
Bitcoin se lanzó oficialmente el 3 de enero de 2009. En los primeros años tras su lanzamiento el proyecto se reservaba a unas pocas personas con elevados conocimientos técnicos que se focalizaron en el desarrollo de su tecnología implícita o blockchain. Tras el paso de los años, y en base a la tecnología de Bitcoin, han surgido multitud de proyectos tecnológicos que pretenden dar solución o mejorar aspectos de nuestra economía real. Actualmente, muchos de ellos forman el mercado digital. Sus cotizaciones se fijan por oferta y demanda en base a las expectativas de éxito de cada proyecto. Es decir, ya existe un mercado independiente compuesto por muchos de los proyectos tecnológicos derivados de la tecnología blockchain que se consolida día a día.
En pecunia256 creemos firmemente que al igual que el patrimonio de una persona tiene inversiones en activos inmobiliarios, activos financieros, activos alternativos, … para que su gestión sea más eficiente y conseguir una mayor diversificación, el patrimonio debe tener un porcentaje en activos digitales. Esta parte le permitirá abrirá la puerta a participar directamente de esta nueva “revolución digital”. No podemos dar la espalda a una realidad que ya convive en nuestro día a día.